jueves, enero 13, 2005

Quién fuera...


!QUÉ BIEN HUELEN LOS PINOS!

El Último de la fila

Q.Portet-M.García Letra:Q.Portet

Qué bien huelen los pinos
cuando el sol los calienta,
y qué bien pasa el tiempo
persiguiendo nubes en el cielo.

Quiero ser un feriante
y venderte mis baratas quimeras,
verter mi precario ingenio
sobre la tierra caliente.

Dulce como el compás
de una antigua canción,
vuelve el aire a traer
el rumor de tu risa sutil.

Cuando llegó la lluvia
a la tierra que abrasa
pregunté al horizonte
si volverás a casa.
Y la caricia del viento marino
me dijo que si.

Que la brisa peine las encinas,
perfume de olas blancas,
corriendo traviesa bajo el cielo
azul del añil.

Sabia como un refrán
habla y haz callar,
vuelve y ordena el caos,
niña, baila y haz llover.

Dulce como el compás
de un antiguo son,
vuelve el aire a traer
tu risa sutil.

miércoles, enero 12, 2005

Capurganá - Colombia


Un lugar donde el tiempo parece exiliado.
Un pueblo al borde la selva húmeda tropical del Darién.
Una playa de arenas blancas y coralinas, con imponentes acantilados.
Todo esto se puede encontrar en Capurganá, un pequeño poblado al norte del Golfo de Urabá, donde el río Atrato se encuentra con el Mar Caribe.

Entre los atractivos de Capurganá se cuentan la playa Plamparejo, donde el río Capurganá llega a aguas al Caribe; El Cielo, una cascada de aguas cristalinas y rocas gigantescas a la que se llega después hacer una cabalgata de media hora por la selva; y la Piscina de los Dioses, un lago natural que forman las piedras del litoral y que se encuentra frente a la isla de Narza, un soberbio refugio de aves acuáticas.

martes, enero 11, 2005

México D.F., metáforas de ciudad

“Las formas enredadas – solemnes, divertidas o grotescas – de la vida en sociedad se identifican ante sí mismas de modo más bien típico: multitudes que se hacen y rehacen cada minuto, carnavales previstos e imprevistos, capacidades adquisitivas, placer por extraviarse en los laberintos de la energía o de la inercia. Aquí la avidez todo lo devora, la resignación todo lo santifica, el relajo todo lo conoce y desconoce a la vez…
…En el centro, el consumo. En el mundo de las grandes supersticiones contemporáneas, la compra y el anhelo de compra se han convertido en el don para reflejarse en el espejo del prestigio íntimo, y, en el juego donde las imágenes son lo esencial, lo que se alaba es la creencia en el consumo (de fe, de atmósferas privilegiadas, de sensaciones únicas, de productos básico superfluos, de shows), al que se califica como fuerza que verdaderamente encauza a la sociedad”
[1]

Leer sobre México para entender su trasegar por la historia más o menos reciente, advierte sobre momentos en los que más que una nación que lucha por unos intereses nacionales, es una nación que entrega todo por la ratificación de su territorialidad.
El orgullo y coraje sentidos al escuchar a un grupo de estudiantes universitarios entonando las notas del Himno Nacional de los Estados Unidos Mexicanos, confirma lo que aparentemente puede entenderse como un inconsciente colectivo, y es el de no dejarse arrebatar ni un centímetro más de lo que todos consideran su amada Patria.

Y es que someterse a la ocupación francesa, la invasión norteamericana y la voracidad europea que perseguía la apropiación de sus recursos naturales no ha de ser motivo de admiración u orgullo sino más bien un punto de partida para lo que en su momento desembocó en dos de los movimientos revolucionarios considerados más importantes dentro del contexto latinoamericano.

La construcción de una cultura mexicana
Ciudad de México muestra lo que aparentemente es la base de una cultura nacional. El museo de Antropología: un recorrido milimétrico por la historia de la humanidad que desemboca inevitablemente en las culturas prehispánicas; el castillo de Chapultepec: una casa museo que relata la historia de frustraciones y derrotas de un país inerme ante invasiones extranjeras, expropiaciones territoriales e instauraciones monárquicas al interior de una sociedad debilitada por la imponente cultura francesa, erradicada en corporeidad pero inmortalizada en el porfiriato; el Paseo de la Reforma: una colección iconográfica que encierra significados distintos para cada uno de los casi veinticinco millones de habitantes de la megalópolis mexicana; el Zócalo: la arena pública en la que se expone la miseria de los desplazados por la violencia en el sur del territorio nacional y el centro comercial en el que se comercian tortillas de maíz, imágenes de la virgen de Guadalupe, mal llamados calendarios aztecas y piedras preciosas que no cuestan más de cinco pesos; el zoológico de Cahpultepec: un oasis inserto en medio de la nada representada por miles de visitantes silenciosos; el metro: la demostración urbana de la sabia ley de la selva según la cual “sólo sobrevive el más fuerte”, o al menos el que empuje con más fuerza; el centro histórico: un marco de referencia donde la noción de centro y periferia se pierden después de la Torre Latinoamericana y la Plaza Garibaldi.

El concepto de Nación y el Sentido Nacional
Sentimientos y sentires parecieran confundirse en el diálogo que suscita el concepto de lo nacional. Y es que contrario a nuestra realidad, el ciudadano mexicano, para sentirse como tal, no encuentra necesario el atravesar las fronteras que delimitan su amplio territorio buscando la identidad perdida en el interior del mismo. O al menos así parece al momento de constatar las multitudes presentes a toda hora y en todo lugar en los sitios más recónditos de la capital mexicana.
Lo realmente valioso en esta caso sería conocer si ¿ la negación a esa necesidad de reconocerse desde afuera toma vigencia y se hace fuerte por el miedo a la renuncia de los imaginarios que ofrece la capital o es que realmente existe una conciencia de que desde fuera no podrá verse nada distinto a lo que vagamente se observa desde el interior?.

“Quedarse en la capital de la república es afrontar los riesgos de la contaminación, el ozono, la inversión térmica, el plomo en la sangre, la violencia, la carrera de ratas, la falta de significación individual. Irse es perder las ventajas formativas e informativas de la extrema concentración, las sensaciones de modernidad (o de postmodernidad) que aportan al crecimiento y las zonas ingobernables de la masificación. A la mayoría, así lo niegue con quejas y promesas de huida, le alegra quedarse, atenida a las razones de la esperanza: Esto se compondrá de algún modo / Lo peor nunca llega / Antes de la catástrofe, lograremos huir. De hecho, la argumentación se unifica: todo, afuera, está igual o peor. ¿Adónde ir que no nos alcance la violencia urbana, la sobrepoblación, los desechos industriales, el Efecto Invernadero?”[2]


Supervivencia a la mexicana
Al contemplar el majestuoso valle que encierra la capital mexicana no logran sospecharse las marcadas diferencias que existen entre lo que son los cerros y la llanura que estos enmarcan. Rumbo a Teotihuacan, la ciudad de las pirámides, se observa una obra que rompe con la continuidad visual del horizonte y marca la frontera entre cielo y tierra.

Los barrios populares, construidos con sacrificio y a sabiendas de lo efímero de sus estructuras, se baten entre las inclemencias de la lluvia, la intolerancia de la fuerza pública y la incomprensión de quienes observan sus ranchos desde el borde del camino. Los paracaidistas[3], llamados así por el resto de capitalinos, históricamente han tomado posesión de las laderas de los cerros convirtiendo el tejido asfáltico en una aparente sábana que cubre silenciosamente el poco verde que aún conserva la ciudad.


Los tres Méxicos
El país, la ciudad y el estado, tres entes territoriales que comparten un mismo nombre pero difieren de la percepción y construcción de las identidades del otro. El país, pluralidad y conjunto, agremiación de chilangos[4] y foráneos, reunidos todos bajo la premisa del patriotismo y la defensa territorial pero detractores y opositores de los que no gozan de lazos idénticos de afinidad social.
El Estado, una pequeña república circundante a la capital, que por su proximidad con esta, pareciera no tener identidad ni gozar de autonomía alguna. Un concepto más amplio que el de ciudad, desfigurado por la que contribuye en un ochenta por ciento con sus indicadores sociales: ingresos per capita, número de habitantes, índices de natalidad y mortalidad, aporte a la economía nacional, contribución al crecimiento del PIB, entre otros.
La capital, mezcla de triunfos y derrotas, espacio para el que llega y lugar de paso para el que va, mixtura de olores, sabores, sensaciones, percepciones e ilusiones. Ciudad donde se mezclan como en coctelera los ricos y los pobres en una danza disimulada de fiesta patria, un monumento al conglomerado, un pretexto para la organización y de la desorganzación, una excusa para el abandono y el encuentro, una ciudad de la que el resto del país habla, denigra y reniega, pero que muchos de los mexicanos, del resto del territorio nacional, anhelan habitar algún día.

Escrito el 27 de noviembre de 1998

[1] MONSIVAIS, Carlos. Los rituales del caos. Ediciones Era. México D.F., 1995. Pág. 15.
[2] Op. Cit. Pág 20.
[3] Con este término se refieren a las personas que de la noche a la mañana se ubican en las laderas de los cerros y construyen habitáculos con plásticos y retales de madera. Según los capitalinos, esas manchas de colores que son sus techos plásticos, asemejan figura de paracaidistas enredados en los árboles.
[4] Término con le que se refieren de forma despectiva a los habitantes de la capital.

lunes, enero 10, 2005

Algo se me queda

Lunes, seis de la tarde. La lluvia, acompañada de un gélido viento que penetra hasta la médula, acompasa las tonadas turbulentas del Die Ire.

Es la víspera de un esperado viaje. Sol, aire fresco, brisa marina, un panorama prometedor y curiosamente contrario al ambiente lóbrego que cierra el día.

La maleta, dispuesta sobre una desordenada cama, reúne objetos, prendas y asuntos que remiten inmediatamente al trópico y que por su colorido y disposición al interior de esa enorme panza delimitada por un zipper, se presentan como un oasis cargado de luz y una tibia sensación de confort.

La maleta está completamente lista.
Repentinamente, en un espacio de silencio entre el segundo y tercer acto y la pausa intempestiva del viento y la lluvia, como un trueno se escucha el recorrido del zipper de un extremo a otro de esa enorme y abultada bolsa azul cargada de futuros. Bueno y de presentes y pasados.

Domingo, nueve de la mañana. Como un ritual pagano, con una carga de pragmatismo que encierra resquicios de una fe desheredada, recorre lenta y repetidamente una extensa lista impresa en una hoja que, de tanta manipulación ha perdido su textura y de solo verla se siente desvencijada.

Pantalones cortos ok
Sombrero ok
Camisas de algodón ok
Camisetas ok
Bloqueador solar ok
.
.
.

Al parecer todo está en orden. Basta con empacar el cepillo de dientes, la pasta dental y una máquina para rasurarse. ¡¡¡ Bahhhh, que rasurarse ni que demonios. Si lo que quiero es descansar!!!

Tarde de libros. Pensando en algo edificante, decide empacar un buen libro. Mmmmm. Un buen libro. Si ya he leído todos los que tengo, incluso más de una ocasión.

Treinta minutos más tarde, entre estanterías, un libro azul con inscripciones doradas llama su atención. "Llévame contigo a donde quiera que vayas" logra leerse entre el resplandor que se genera por el destello de la luz que, coincidencialmente, cae justo sobre el lomo como si fuese una señal.

Ring, Ring. El teléfono suena. Son casi las nueve de la noche y es extraño pues, desde el 6 de febrero pasado, hace ya más de 2 meses, no recibe una llamada. La última fue la de su conserje para avisarle que debía dejar la ventana del balcón cerrada pues ese día vendrían a lavar la fachada del edificio.

Casualmente escucha una voz que le es familiar. Buenas noches señor, lamento llamarle a esta hora pero en buen momento he podido encontrarle. Era su conserje nuevamente. El día de mañana vendrán los de control de plagas a hacer una revisión general del edificio y necesitamos su ayuda para que les permita entrar a su apartamento. Ni modo. El asentimiento fue inmediato, aunque con un ligero tono de desagrado.

Martes, 5 de la mañana. El taxi espera a la entrada, mientras el conductor suena enérgicamente el claxon como si quisiera apurar el paso de este cliente matutino.

Entre pausas y prisas siente que algo falta. Regresa hasta la mesa en el centro de la sala y toma la lista sostenida por el libro para que le viento que ingresa por el balcón no la arroje al piso. Rápidamente verifica que todos y cada uno de los ítems listados en ella tienen un enorme y reteñido ok. La deja nuevamente en su sitio y parte.

Sala de espera. Seis treinta de la mañana. Último llamado para abordar. Una sensación de desasosiego sigue rondando su cabeza. En la portada de su boleto de avión se lee LAX-3328994.

Nueve de la mañana. El sol, resplandeciente después de una noche de lluvia, luce fulgurante al oriente e ingresa como cada mañana hasta el centro de la sala e ilumina la mesa donde un "Llévame contigo a donde quiera que vayas" logra leerse entre el resplandor que se genera por el destello de la luz que, coincidencialmente, cae justo sobre el lomo como si fuese una señal.

domingo, enero 09, 2005

Tecnologías de información y construcción de ciudadanía

Cultura urbana de la era informática
Percibimos y vivimos las ciudades de nuevas maneras como resultado de la implementación permanente de accesorios que de una u otra forma involucran innovaciones tecnológicas: el beeper, el teléfono celular, las agendas electrónicas, los computadores portátiles y los automóviles computarizados, han hecho cambiar nuestra percepción del entorno urbano.
Estas extensiones electrónicas de nuestro cuerpo cambian la forma de ver y transitar las ciudades, reorganizan tanto física como mentalmente los espacios públicos y privados con que cuentan nuestras urbes. Reorganización que empieza con transformaciones arquitectónicas en las que se incluyen dentro del conglomerado de concreto, edificaciones que asumen el carácter de inteligentes, vías que requieren de un nivel de interpretación más alto para los ciudadanos corrientes, redistribución y reorientación de calles, parques y avenidas que en un afán de legitimar la era de la información y lo vertiginoso de la misma traen a su vez insinuaciones que legitiman modelos de exclusión.

Accesos y exclusiones
Nuestras ciudades están divididas en zonas, barrios, manzanas, calles, terrenos que culturalmente hemos separado con fronteras reales o imaginarias. Cruzar esas fronteras representa, para cada uno de nosotros, un acto cargado de alto contenido social, simbólico y legal, pues no es lo mismo transitar por las calles de mi barrio que aventurarme a irrumpir en la dinámica de un barrio que no es el que yo habito, no siento la misma confianza al transitar por una ciudad que no es la que yo habitualmente recorro, no me siento ni me comporto igual en una casa que no sea la mía.

Esto mismo sucede en internet, sólo que con sutiles diferencias.

Los desplazamientos que hago a través de la Red no son físicos sino lógicos, basta con dar click en “entrar” para ingresar a cualquier lugar y basta con dar click en “salir” para simplemente irme de allí.
Los lugares en internet no son construcciones físicas, no gozan de una estructura palpable a los sentidos, son meras construcciones lógicas servidas a través de un software que recrea ambientes para interactuar, sitios virtuales (calles, barrios, ciudades,…) por los que puedo transitar si poseo los conocimientos adecuados.

Compartir estos lugares virtuales no es lo mismo que compartir una habitación o una silla de un autobús, no requieren de una proximidad física pues a lo que accedemos al ingresar a estos es a la información que allí se encuentra.

Y así como sucede en nuestras ciudades, algunos lugares son de carácter público y pueden ser transitados libremente como se hace en las plazas, los parques las calles y avenidas; otros cuantos son privados y requieren de un pago para ingresar en ellos como se hace en los teatros o los clubes; también son anunciados con vallas publicitarias (banners) que hacen alusión al tipo de información que puedo encontrar allí: taller literario, hombres buscan mujeres, mujeres buscan hombres, ciencias sociales, padres separados, …
Pero como sucede en nuestras ciudades, estos espacios pueden ser violados o invadidos por delincuentes virtuales: los hackers, los crackers, lo sniffers, …

Existe tanta violencia en las ciudades virtuales como en las reales. Correos electrónicos invadidos por mensajes comerciales nunca solicitados; sitios en la Red que anuncian un tipo de información y contiene realmente otro por lo general de carácter agresivo y que atenta contra la intimidad de los navegantes; invasores que transgreden fronteras para adentrarse en los computadores de los cibernautas y violar la intimidad de lo único que les representa en la Red: el cerebro simbólico que es su disco duro.

Con los computadores está ocurriendo lo mismo que sucedió con la televisión hace unas décadas: sus costos de producción se han venido disminuyendo haciendo posible que más personas accedan a ellos, la cobertura de las redes informáticas es cada vez mayor, los nuevos modelos de producción de contenido para este medio son los que están determinando sus usos.

Todo esto contrasta con que las redes de información tienden a generar modelos que excluyen a cierto tipo de usuarios y así como se llegó al modelo de la televisión por suscripción, llegará el momento en que las redes de información implanten modelos similares.

Las formas de organización social
Con modelos como los grupos de discusión, de noticias, de interés, las listas de correo especializado y las conversaciones en línea, que no son más que un conjunto de relaciones sociales unidas por intereses o circunstancias comunes, se construyen nuevas redes sociales sostenidas fundamentalmente por los computadores.
Estas nuevas redes sociales se pueden clasificar de acuerdo a quienes las promueven y los objetivos que persiguen:

Redes comunitarias: iniciativas civiles, de ciudadanos o de organizaciones de la comunidad.
Redes cívicas: promovidas por el Estado. Tienen el propósito de estimular la comunicación entre los ciudadanos y entre éstos y el gobierno local.
Redes para vender bienes y servicios: de carácter privado. Muchas de ellas relacionadas con el entretenimiento y el ocio, y que en algunos casos ofrecen información pública.

La transformación de los espacios en la era de la telemática
La cultura urbana de la sociedad de la información

¿En dónde vivimos? ¿En la ciudad industrial? ¿En la ciudad informática?

Revolución Industrial
Hace un siglo, la revolución industrial hizo saltar por los aires la muralla de la ciudad medieval, el modelo de ciudad cerrada, y la sociedad de la época construyó un nuevo modelo de ciudad más regulada por el libre mercado que por el interés público, con áreas centrales caracterizadas por la concentración del conjunto de las actividades urbanas y con suburbios que crecieron por agregación desordenada.
Revolución informacional
Hoy, lo que está sacudiendo por completo la revolución informática es aquel modelo de ciudad, aquella relación entre el centro y las afueras, así como la relación entre lo urbano y lo rural. Los conceptos de ciudad, metrópolis y región ya no dan cuenta del territorio que habitamos.

Aunque hablar del modelo de ciudad de la sociedad de la información sería especular, es posible hacer una mirada prospectiva de éste fenómeno.

En los últimos años han surgido miles de redes de ciudadanos unidos por distintos objetivos, entre ellos el de humanizar la sociedad de la información que, según algunos críticos de las corrientes tecno científicas, nos están convirtiendo cada vez más en “cyborgs”.

Estas nuevas comunidades reorientan la utilización de la tecnología para la extensión de las redes y permitir de esta forma una integración social y económica verdadera en las comunidades locales y sus habitantes.
Lo cierto es que, cualquiera que sea su desarrollo futuro, estas redes conformadas por asociaciones están en camino de convertirse en actores sociales importantes, capaces de ejercer presión política a nivel local y regional.

La ciudad de las redes
· La estructura urbana
Se observa un proceso de fragmentación físico espacial y una tendencia a habitar en sitios cerrados y crecientemente vigilados.

En las grandes ciudades una de las principales preocupaciones de los habitantes es la seguridad. Los estratos socioeconómicos medios y medio altos tienden a habitar en barrios cerrados o semi-cerrados que se van transformando en vivienda permanente, o barrios urbanos con vigilancia privada y acceso restringido.

Ya no existe un centro único, las ciudades tienden a distribuirse en torno a múltiples centros, entre los que compiten los antiguos centros, los centros comerciales, malls y shopping center que cumplen con la mayoría de las funciones que tenían los antiguos centros. Estos nuevos centros, espacios privados de uso público, están organizados para el consumo en torno a las actividades comerciales, recreativas y financieras y por ahora los grandes ausentes son las actividades institucionales, públicas y religiosas.


Es en ese punto donde internet permiten extender una nueva forma de vida urbana a las pequeñas ciudades. En los edificios de vivienda nuevos se ofrecen una gama de servicios que van desde la piscina y el gimnasio hasta la antena parabólica propia y próximamente ofrecerán acceso a internet.

Sin embargo, los barrios pobres también son cada vez más cerrados, por la existencia de otros sistemas de vigilancia que implican un alto grado de inseguridad para los demás ciudadanos, para quienes no manejan los códigos del lugar.

· Los actores sociales en la producción de la ciudad
La empresa privada tiene un nuevo rol en la producción de la ciudad. El modelo de ciudad de la sociedad de la información convive con la ciudad privatizada, es decir, además de los nuevos centros urbanos privados, con las redes y servicios progresivamente planificados y administrados por la empresa privada.
Este aspecto, incide en la fragmentación físico espacial, pues la forma de expansión de las redes queda determinada por su grado de rentabilidad.

Los estados también están cambiando su protagonismo en la producción de la ciudad. Como consecuencia de las políticas de ajuste económico y descentralización, su nuevo rol es casi exclusivamente el de regulador lo que implica, además de velar por una adecuada relación precio/calidad, garantizar que se brinde un servicio público al conjunto de los ciudadanos y a toda la ciudad.

Si se realiza una búsqueda en internet por ciudades, la mayoría de los sitios son comerciales con algo de información pública y los de origen público, en general tienden a reproducir la publicidad que el gobierno del momento hace en otros medios y no cuentan con más interactividad que una dirección electrónica para que los ciudadanos emitan opiniones.
Pero también es cierto que las iniciativas civiles o comunitarias se multiplican a un ritmo asombroso y apuntan a otros fines, por ejemplo, redes de universidades o de bibliotecas populares intentan brindar nuevos servicios, entre otros, educación a distancia, correo electrónico, acceso público a internet.
Estas iniciativas son en general muy recientes y si bien en su mayoría no están directamente relacionadas con temas que hacen a la gestión del espacio físico urbano, presentan un doble interés, dado que además de introducir otra gama de contenidos en la Red brindando servicios públicos, también implican una búsqueda de reposicionamiento de estos actores institucionales y el propósito de encontrar un nuevo rol de cara a la comunidad mediante el uso de las tecnologías de la información.

· Las redes técnicas urbanas
La ciudad de la sociedad de la información se gesta en un escenario donde aún no se dan las respuestas adecuadas a los conflictos originados por asuntos tan aparentemente simples como la generalización del uso de los automóviles y en el que tampoco se observan las previsiones necesarias para comprender y afrontar la vertiginosa difusión de las tecnologías de información.

· La ciudad real
La empresa privada incorpora vertiginosamente las tecnologías de información, situación que incide tanto al interior de las empresas como en la vida cotidiana de los ciudadanos, pues cada vez es mayor la gama de bienes y servicios que se pueden operar y adquirir sin salir de la casa. Los bancos constituyen el ejemplo clásico.

El sector público, en cambio, incorpora las tecnologías de información con mayor lentitud. No en todos los estamentos, pero sí en la mayor parte de los gobiernos locales. Ello se debe al menos a cuatro factores:
1) una cultura institucional basada en el ocultamiento de la información
2) una cultura política estructurada con base en relaciones clientelistas
3) la carencia de burocracias administrativas estables
4) el desconocimiento de las potencialidades de las tecnologías de información por gran parte de los funcionarios públicos

· La ciudad virtual
Las redes ciudadanas con soporte informático, las Intranets, las páginas Web, las listas de interés y el correo electrónico sostienen otras prácticas y relaciones sociales que conviven con una o diversas ciudades reales en tiempo real, pero que tienen un territorio propio que es el ciberespacio, la ciudad virtual, ciudad digital o ciudad-red.

El territorio de la ciudad virtual tiene dimensiones espacio temporales propias, distintas a las de la ciudad real. Se caracteriza por la proximidad temporal, por el tiempo real, no por la proximidad física, que puede darse o no. Permite una comunicación interactiva y multidireccional a un mismo tiempo y sin importar la distancia geográfica.

Aquí habría que resaltar la distinción entre ciudad virtual y ciudad global, dado que el hecho de que un número cada vez mayor de ciudades reales interactúen en la ciudad virtual, no necesariamente las transforma en ciudades globales. En el nuevo mapa mundial de ciudades, las ciudades globales serían aquellas que concentran o desde donde se opera el poder político y económico global.

· La interface entre ciudad real y ciudad virtual
El territorio de la ciudad real se caracteriza aún por ser un espacio común, una construcción social colectiva, por albergar socialmente la diversidad, los opuestos, el conflicto, por tener una geografía particular, tal río, montaña, por poseer una historia y determinados sitios o monumentos de valor simbólico que la identifican.

La ciudad virtual penetra, interactúa, se intersecta y yuxtapone con la ciudad real; también le impone nuevos elementos de valor simbólico, tanto social como físicamente, que permiten visualizar su presencia en las prácticas sociales cotidianas y en el espacio construido.

Al mismo tiempo, parecería que en la ciudad de hoy conviven distintas ciudades, cada una de ellas acotada a los fragmentos físico espaciales en los que tiende a dividirse la ciudad real. En algunos de ellos, sus habitantes serían ciudadanos de la ciudad real, la virtual y la global al mismo tiempo, tendrían la posibilidad de vivir en tiempo real en distintos territorios. En cambio en otros fragmentos, los habitantes lo serían tan sólo de la ciudad real y tal vez, ocasionalmente de la virtual.

Apropiación social
En un mundo donde la mitad de la población jamás ha hecho en su vida una llamada telefónica ¿Cuál es el modelo de ciudad que las tecnologías de información aportan a producir? ¿Un modelo que condena a la progresiva marginación de una nueva categoría de excluidos, los no informatizados y telecomunicados?

Obviamente las tecnologías de información no son causantes por si solas del actual modelo del mundo, pero es cierto que aportan de manera significativa a su construcción ¿La globalización de la economía sería posible sin ellas? ¿Cómo pensar las ciudades globales sin las tecnologías de información?

Tampoco es cuestión exclusiva de las tecnologías de información, porque éstas en tanto tecnologías son instrumentos, ni buenos, ni malos, ni neutros.

Su condición depende de como se usen y de la estructura política y económica en la cual se inserten. Pero, a diferencia de otras innovaciones tecnológicas, la informática asociada a las telecomunicaciones plantea un nuevo desafío, el de la apropiación social de las tecnologías de información.

Tendencia que se verifica en los últimos años con la televisión cable y la telefonía celular. En 1994 la difusión de la televisión cable fue tal que sus abonados superaron a los abonados telefónicos. Sin embargo, no ocurre lo mismo con internet, a la fecha sus abonados no alcanzan el 1% de la población total.

¿Por qué plantear la cuestión de la apropiación social de las tecnologías de información como un aspecto clave para transformar las ciudades?

Existen al menos dos factores que lo indican:
Uno de ellos tiene relación con la infraestructura material. El acceso a Internet requiere de una computadora, un módem y una línea telefónica, o en su defecto un cable, lo que no caracteriza a la mayoría de la población de los países, por lo tanto, el acceso universal o al menos masivo, necesariamente depende de trascender las formas de acceso individual.

El otro factor hace a los contenidos y tiene relación con el aporte diferencial, respecto a otras innovaciones en las tecnologías de información, de la informática asociada a las telecomunicaciones.

La particularidad del ciberespacio es ser un lugar de creación de comunidades, lo que implica múltiples y diversas asociaciones sociales tras distintos intereses, que en muchos casos pueden brindan servicios públicos autorregulados y que tienen relación directa o indirecta con la producción del espacio físico y social urbano.

Las tecnologías de información ya han demostrado sus potencialidades para mejorar la calidad del ambiente y las condiciones de vida en las ciudades, como instrumento de gestión, de comunicación y difusión, y como canal alternativo de participación y autogestión de los ciudadanos. El puente que permitiría extender estos beneficios a la mayoría de los habitantes esta altamente condicionado por la apropiación social de estas tecnologías.

No se trata de proyectar la "televida" que hoy es posible practicar en algunos barrios urbanos o suburbanos e imaginar una "teleciudad", incluso a escala planetaria. Precisamente, porque al ser el ciberespacio un lugar de creación de comunidades autorreguladas, toda iniciativa se tropieza con variables difíciles de tipificar en un programa y menos aún si se pretende hacerlo de manera genérica.

El habitar urbano actual trasciende los límites físicos de las ciudades, las tecnologías de información permiten acceder a un nuevo modo de vida urbano sin la necesidad de habitar en ellas, es decir, a las interacciones sociales, políticas y económicas y a los bienes y servicios que hasta hace pocos años se encontraban exclusivamente en las ciudades.

Las ciudades actuales, producto de la interfaz entre la ciudad real y la ciudad virtual, tienden a fragmentarse físicamente, a cerrarse en espacios sociales mutuamente excluyentes, a crear una nueva dicotomía tanto física como social entre los informatizados y telecomunicados y quienes no lo están.
La ciudad está en crisis, las nociones de espacio público y servicio público que acompañaron el desarrollo de la ciudad moderna no dan cuenta de esta realidad. Los espacios comunes como lugares de encuentro de distintas identidades, como referentes del conjunto de los ciudadanos, ya no son tales porque no lo son para la mayoría.

Nuevos medios
Los antiguos medios de comunicación dividen el mundo en productores y consumidores: o bien somos autores o lectores, emisores o espectadores, animadores o público. A esto se le llama en la jerga de comunicación 'de-uno-a-muchos'. Los nuevos medios, por el contrario, le dan a todo el mundo la oportunidad de hablar, además de escuchar. Muchos le hablan a muchos - y muchos responden.
La televisión y otros medios convencionales no van a desaparecer, ni tampoco desaparecerán sus propietarios. Pero se enfrentarán con competidores y mercados transformados. Los nuevos medios de comunicación permiten incluso a las comunidades electrónicas más pequeñas y más discriminadas compartir -o vender- lo que saben, lo que les gusta y lo que hacen. Lo que la emisión (transmisión) divide, los medios lo vuelven a unir.

Y esto no ha hecho más que comenzar
NOTAS:
Existen varias razones para promover la utilización de las TIC como instrumentos activos para la participación ciudadana en la gestión local:

La difusión de la TIC en el ámbito urbano, además de provocar transformaciones en la producción, el consumo y los modos de vida, generan formas innovadoras y alternativas de comunicación que, si bien son por definición supraterritoriales, se vinculan a través de la conformación de las identidades, con espacios culturales ligados al territorio.

La conformación de comunidades virtuales está asociada a una dinámica cultural caracterizada por la comunicación horizontal y sin mediaciones. Las transformaciones que se efectúan en la cultura organizacional (en este caso, en las Municipalidades) determinarán el grado de aprovechamiento de las potencialidades de estas comunidades, capaces de transformarse en nuevos interlocutores del poder local y de generar paradigmas innovadores de representación y participación.

Las nuevas tecnologías, por medio de los sistemas de comunicación y de procesamiento de información, posibilitan formas innovadoras de participación de los ciudadanos en la gestión municipal. Estas tecnologías, que ponen la información al alcance de la ciudadanía, incrementarían la transparencia de la gestión municipal.

Si el acceso a la información se generaliza y democratiza, se incrementarían las posibilidades de democracia ciudadana real, y disminuirían los obstáculos causados por el predominio de formas tradicionales/burocráticas que tienden a empañar u opacar las relaciones entre ciudadano y el gobierno municipal.

El estímulo, por parte de las autoridades locales, de la conformación de comunidades virtuales utilizando las TIC, en espacios/equipamientos colectivos (p. ej. centros comunitarios, escuelas y hospitales), dinamizaría la participación ciudadana y generaría formas alternativas de interacción.

Esta utilización de las TIC, absolutamente viable desde el punto de vista tecnológico y financiero, encuentra sin embargo obstáculos estructurales de tipo político-organizacional que aún tienen que ser superados. A pesar de que los ciudadanos están permanentemente bombardeados por masas de información, continúan tan desinformados como hace un siglo sobre los asuntos claves que originan y cambian las decisiones de los grupos que detentan el poder económico y político. Como escribe el español Cebrián Herreros: "Se sigue manteniendo el iceberg informativo. Sólo una mínima parte de la información realmente valiosa sale a flote y se difunde en la sociedad. El resto permanece restringida y en secreto para las estrategias de relaciones personales, de pequeños grupos, de empresas, de instituciones, de partidos políticos, de sindicatos, de gobiernos, de Estados".

¿Descalifica esto la utilización de las TIC en la organización comunitaria? Personalmente, opino que no. Sólo es una advertencia contra la ingenuidad y la creencia en la omnipotencia de la tecnología. Es el reclamo por parte de los ciudadanos y los usuarios a ser informados lo que puede contribuir a derretir el iceberg, al menos en parte, y pone en circulación mayor cantidad de información. Los bancos de datos sobre cuestiones urbanas y regionales, los sistemas de comunicación interactivos, los centros comunitarios equipados con computadoras e instrumentos multimedia para que los vecinos que no poseen tecnología pueda, con la debida asistencia, comunicarse con las distintas instancias del gobierno local, son herramientas potentes para alentar la participación ciudadana basada en las organizaciones comunitarias. Pero esto requiere también de la voluntad política de los gobiernos municipales y de cambios fundamentales en la cultura de las organizaciones y de los propios habitantes urbanos.

sábado, enero 08, 2005

Un cuento de belleza

Aquel hombre caminaba por las calles de un pueblo,
al sur este de la zona del desierto.
Sus pies tenían tierra entre los dedos,
y sus ojos la mirada de ese niño que murió en su interior.

Era la época de aquellos años yertos,
después de que el holocausto sucedió.
De lo que había vivido en viejos tiempos,
guarda la imagen de una mujer que amó.

Que al dejarlo lo sumió en el desierto,
en las dunas de la inercia se estancó.
Y consigo arrastró todo lo bello
que ese hombre en su vida conoció.

El olor del campo en la primavera,
por el gris y seco polvo reemplazó.
Y las luces sobre el cielo de estrellas,
con destellos fulgurantes de dolor.

La imagen de ocasos de ensueño,
tras una foto raída que entre ruinas encontró.
La frescura del agua cristalina,
por la sed que su espíritu extinguió.

La armonía del cuerpo de su amada,
que entre las nubes de arena se esfumó.
Y la belleza de la tierra que habitaba,
en un hondo precipicio sepultó.

Hoy mi alma se encuentra algo perpleja,
cuando me miro al espejo,
y descubro que ese hombre...

...soy yo.


Escrito el 02 de agosto de 1998