lunes, abril 17, 2006

Reflexiones ( I )

Nuestros medios, nuestros miedos.

Rimbombantes han sido los casos que en días recientes han sido destacados por los que dicen ser los medios de comunicación del país.

Lo asombroso es leer, escuchar y ver la vehemencia con la que redactores, locutores y presentadores de noticias, enarbolan sendas banderas que no son otra cosa que el estandarte pendenciero de sus orientadores económicos, políticos e ideológicos.

Bueno, aunque es más triste reconocernos como una sociedad manipulable y débil.

Desde presunciones de retiro de candidaturas sugeridas con base en el precedente sentado por el partido liberal colombiano después de los acontecimientos del bogotazo; cínicas confesiones de envidia en medio de una entrevista cuyo titular intenta descalificar la actividad profesional – aunque aplaudo el trasfondo irónico del titular, descalifico la autoexclusión y permanente intención de presentarse como depositario único de la verdad absoluta del entrevistador –; ingenuas actitudes de quiénes por ir detrás de la chiva terminan de chivos, pero expiatorios, con la vergonzosa subseguida disculpa pública que en nada resarce los daños causados a uno de los candidatos presidenciales y que de paso lo convierten en objetivo de criminales comunes; hasta la intentona de invalidar los preceptos de un país mayoritariamente católico según los barones de la iglesia benedictina – eso es pensar con el deseo – en medio de una semana sagradamente genuflexiva cuyos dogmas claramente no siguen; no son más que una pobre muestra de la incapacidad argumentativa de los responsables por mediar entre las fuentes noticiosas y los desmemoriados espectadores.

No es corrupción lo que denuncian, ni el interés público el que defienden. Son sus inversiones las que celosamente resguardan en un fragmentado territorio que se encuentra en oferta y a cuyos mandatarios les sugieren descaradamente la forma más conveniente de tributar según los analistas financieros de los conglomerados económicos que representan.

No es la contienda política la que nutren con sus ironías y desmanes. Son las opiniones de colegas que con un poco más de criterio se dan a la tarea de leer entre líneas las supuestas realidades confeccionadas desde Palacio, las que invalidan con una técnica ni siquiera estimable en un estudiante del curso de fundamentos en géneros periodísticos.

No es informar lo que pretenden con la lectura de frondosos comunicados de prensa. Es cazar a quiénes queriendo distinguirse como independientes, responsables y serios, terminan cometiendo los errores que igual han sido suyos desde que cabalgaban con riendas ajenas.

Pero lo que definitivamente es vergonzoso, es la forma como se valen de un subordinado a los poderes divinos, para desvirtuar el principio consuetudinario de la obediencia. Una conducta declinable por parte de quien confesional o voluntariamente la asume.

Respetado doctor De las Casas, no es sugiriendo la dimisión del candidato Serpa como formamos a un electorado analfabeta.

Señor Felix De Bedout, no es argumentando el exceso informativo de otros como se valida el ejercicio maniqueo de la profesión que tanta dificultad le cuesta asumir.

Colegas de CM&, es confrontado la fuente como se llega realmente a una construcción contextual de las noticias y no con la agitada costumbre de retransmitir comunicados de entidades públicas y privadas, el camino a través del cual podrán consolidarse como una red de independientes.

Periodistas, colegas y amigos, es asumiendo nosotros mismos la libertad al ejercicio de la profesión que elegimos, como podremos dar ejemplo. No llevando a otros a que revisen casos como el del padre Llano, en el que de nada valen las posiciones que cada uno de nosotros asuma, desde que el único responsable de esta situación no se decida seriamente por una posición coherente sin hacer público un descontento respetuoso pero mucho más elegante si se resuelve de las puertas de la sacristía para dentro.

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