viernes, julio 24, 2015

¿Ciudades Inteligentes?



Según cifras, América Latina fue la región del mundo que más rápido se urbanizó en el periódo comprendido entre los años 1950 y 2010. De 69 millones de habitantes, pasamos a una cifra superior a los 480 millones, representando un explosión demográfica que multiplico nuestra población siete veces (1).

Este fenómeno de urbanización acelerada trajo consigo muchos beneficios sociales y económicos pero generó, simultáneamente, un desequilibrio medioambiental considerable.

Como mecanismo para contrarrestar dicha situación, desde inicios del Siglo XXI es cada vez más común ver como se aborda en los programas y campañas electorales de candidatos de cualquier partido político, no solo en América Latina, sino en todas las latitudes del globo, un concepto retomado de la planificación urbana: las “ciudades inteligentes”.

Los titulares de los medios de comunicación y los discursos de administradores y planeadores de lo público, recurrentemente anuncian “proyectos” de sistemas de bicicletas públicas; o de ampliación de la capacidad de los sistemas de transporte público masivo; incluso de creación de parques de emprendimiento tecnológico; que anticipan la consolidación de “nuestra ciudad”  como una “verdadera meca del emprendimiento y la innovación”, dándole así la bienvenida a un selecto pero cada vez más amplio grupo de “ciudades inteligentes”.

Aunque desde la planeación urbana ya se ha probado la efectividad de los modelos de redensificación urbana o los de centros urbanos descentralizados; las ciudades inteligentes han sido defendidas pero, ante todo cuestionadas por muchos, debido a su enfoque tecno centrista sobre temas tan disímiles como los espacios físicos urbanos, el impacto social  o las complejidades económicas y ambientales; factores todos que deben tenerse en cuenta al momento de repensar el diseño de las urbes del futuro.
Una ciudad inteligente, más que un cúmulo de proyectos y soluciones de infraestructura, ha de ser una ciudad pensada para que integre todos los servicios urbanos de manera óptima; que defienda y estimule la protección del medio ambiente; que ofrezca a la ciudadanía, sin exclusión alguna, acceso a todos los servicios y que promueva  como primer objetivo, la consolidación de ciudadanos  más inteligentes.

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